15/6/2025 ANDOC Alain Minc. Este martes la Asamblea Nacional francesa vota la ley de eutanasia que puso en marcha Emmanuel Macron hace un año.
«Esta ley es como una pistola cargada en mi mesilla de noche para que ponga fin a mis días el día en que me diga a mí misma que soy una carga demasiado pesada para mis familiares, o el día en que la sociedad me diga que salgo demasiado cara«, lamenta Edwige Moutou, de 44 años, aquejada de la enfermedad de Parkison, en declaraciones a Le Figaro.
«¿Acaso soy solo una carga? Es lo que he sentí cuando supe de esta ley», coincide Overdie, un joven también presente en la concentración.
Habían sido convocados por Magali Jeanteur, una médico cuyo marido sufre síndrome de enclaustramiento, una rara patología neurológica que paraliza todos los músculos voluntarios salvo los oculares. Como su esposo, explicó, «millones de personas, incluidas aquellas con enfermedades crónicas», están en riesgo de muerte por una ley que las aboca a desear morir, por lo que pide a los legisladores «un examen de conciencia» antes de emitir su voto.
Lo explica claramente: «Nuestra vida es difícil y hay días en los que uno puede sentir la tentación de tirar la toalla. Y ese día, si la ayuda a morir es más fácil que las ayudas para vivir que se nos ofrecen, es de temer que muchos sentirán la tentación de poner fin a sus días». Por eso considera que la ley es «muy violenta con las personas discapacitadas«.
Las razones de Alain Minc
Estos argumentos provenientes de la experiencia real de las personas con discapacidad son corroborados por una importante personalidad francesa, Alain Minc, economista, empresario y autor de diversos ensayos de filosofía social, algunos publicados en España, como Mi vida con Marx, El alma de las naciones o Los profetas de la felicidad: una historia personal del pensamiento económico.
Minc, de origen judío y confesado ateo, expresó sus inquietudes a Le Figaro Magazine: «Estoy convencido de que el ‘derecho a morir’ que quieren aprobar algunos diputados se convertirá pronto para la mayoría en un ‘deber de morir’… En los ambientes más desfavorecidos, habrá personas que pensarán que hacen un favor a sus seres queridos pidiendo que se acelere su muerte. El peligro es real. Esto me hace ser tajante en este tema».
Además, Minc añade que legalizar la eutanasia supone «abrir la caja de Pandora», porque «habrá una extensión progresiva» de las causas aceptadas, «cada vez con mayor permisividad«, y el propio debate parlamentario de la norma «demuestra que casi todas las barreras han caído una a una»: «Es la concesión a los médicos de un derecho de matar«.
El periódico le pregunta si «se ha convertido», dado que coincide en este debate con «los creyentes». «En absoluto», replica, porque es una cuestión que va «más allá de la dicotomía conservador/progresista o católico/ateo… Se puede estar contra la ley por razones que no tienen nada que ver con la ética religiosa, como es mi caso».
«Yo defiendo la equidad y la igualdad ante la muerte, sea cual sea la situación económica», afirma, y quienes impulsan la eutanasia van a convertir en sus principales víctimas a quienes, por tener menos recursos, van a acudir a esa opción: «Esta ley está hecha para Saint-Germain-des-Prés [elegante barrio parisino], para personas con estudios, dueños de su destino y de su mente, personas sin ningún problema material, que leen periódicos y toman decisiones libres», no para quienes se creerán obligados a suicidarse para facilitar la vida a sus allegados.
Alain Minc añade algo más: «La masonería es un participante activo en este combate, lo dirige explícitamente».